No sabía lo que era sentirse tan vacía hasta que se fue,
llegó, lo cambió todo, le dio sentido a las cosas que antes no lo tenían,
alegro mis días y de un momento al otro desapareció, ya no estaba.
Parece irónico como una persona en un espacio tan pequeño de
tiempo puede llegar a hacerte sentir tantas cosas, como lo había cambiado todo,
incluso a mí.
Supongo que hay distintos tipos de personas, están las que
llegan a tu vida y se quedan en ella, haciéndote la rutina menos pesada, apoyándote
cuando lo necesitas; también están esas personas que llegan y se van y al
principio te duele pero con el tiempo, acabas olvidandolas; y luego están las
que llegan, te dejan huella, te hacen sentir como nunca antes, y cuando crees
que van a ser de las que se quedan siempre, de repente se van, se van sin dar
explicaciones y esta vez te dejan un vacío enorme, tanto que no sabes que
hacer, no sabes cómo salir de esta y sabes que aunque llegara otra persona,
jamás llenaría el vacío de la que se ha ido.
Se había ido y sentía que no podía, como que todo estaba en mi
contra. Nada me salía bien, sabía que hiciese lo que hiciese siempre estaría
mal si venía de mi. A veces, cuando pierdes a alguien, sea la perdida que sea,
notas que no eres tan fuerte como creías. Parece que todo te recuerda a esa
persona, ¿no te ha pasado nunca? Cuanto más quieres olvidar, más le recuerdas,
y no porque quieras si no porque parece que el mundo es un poco hijo de puta
cuando le apetece. Para aquel entonces, me vine abajo y es que ya no me
quedaban fuerzas para soportar todo lo que había guardado durante años. Y si,
pasa el tiempo y nunca aprendo; parece que prefiero torturarme guardándome todo
para mi hasta que llega el día en el que el vaso está demasiado lleno y, el
agua se desborda y sabes que eso no puede ser bueno porque cada gota que cae
del vaso; una gota que sueltas tú por todo lo que te has callado.
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